
Me encanta el deporte: Baloncesto, fútbol, ciclismo... vamos, casi todos. Se que no es incompatible con la cultura, pero al contrario que
Davicius o
Netoratón, no soy capaz de citar ningún grupo en inglés (aunque en mi mp3 ya se puede encontrar algo más que Sabina o Ismael Serrano). En fin, a lo que iba.
Es poco frecuente el compromiso político entre los deportistas de élite. Ídolos de masas, iconos publicitarios, sueldos abrumadores pero raramente se involucran en los asuntos de lo público. y aunque hay muchos torneos y actos benéficos, fundaciones y colaboraciones con actividades sociales; muchas de éstas no son mas que parte de la publicidad e imagen en la que está sumido el deporte profesional. Sin embargo, son muy pocos los que, como ciudadanos activos, deciden manifestar sus preferencias políticas.
Es más, reclamamos una implicación de artistas e intelectuales en cuestiones políticas y sociales pero cuando el el deportista el que asume un compromiso público, en general, es cuestionado por la prensa.
Ya hace algún tiempo escribí en
Enclave Socialista acerca de las críticas que recibía
Oleguer por posicionarse políticamente. Hoy, por su participación en un acto del movimiento anarquista es nuevamente
noticia.
Del F.C.Barcelona también, el francés
Thuram se ha posicionado a favor de la situación de los inmigrantes en Francia siendo duramente atacado por la derecha francesa.
Otros futbolistas como Jorge Valdano no muestran ningún temor a expresar su afinidad política, al igual que los Cappa, Pardeza, Guardiola, Vicente del Bosque, Menotti o Zidane que muestran una conciencia social y política mayor que la de la mayoría de sus
compañeros de profesión. En el otro lado, y con posicionamientos de extrema derecha,
Salva y
Di Canio tampoco esconden su ideología.
Caso curioso, por su repersusión y su peculiar personalidad es el del más grande futbolista de todos los tiempos,
Maradona y su relación con Fidel Castro.
Un deporte como el baloncesto donde las hinchadas, contrariamente a los grupos radicales predominantes en el fútbol, se suelen definir como
antifascistas; es fácil encontrar ejemplos. Así,
Alfred Julbe, uno de los entrenadores más laureados, es militante del PSC-PSOE e incluso esta condición fue clave para su depido del equipo de Cáceres. Sus
escritos (incluso cuando sólo hablan de baloncesto) dejan traslucir un espíritu verdaderamente progresista. Otro del CAI Zaragoza,
Fernando Arcega, ejercició importantes cargos públicos por el PAR; partido que suele apostar por deportistas de élite para completar sus listas (como el alcalde de Borja
Luis María Garriga o la campeona paraolímpica
Teresa Perales).
Este gesto sí que es bastante más habitual de cara a las
elecciones locales y autonómicas. El campeón olímpico de los 1500 Fermín Cacho se presentó por el PSOE, al igual que la ciclista Dori Ruano mientras que el capitán del waterpolo español Manuel Estiarte también ha mostrado su simpatía hacia los socialistas. En el PP también hay ejemplos como Teresa Zabell o los atletas Abel Antón o Manolo Martínez.
Sería de agradecer un mayor compromiso político y social de los deportistas profesionales, tanto por la repercusión social que pueden tener sus opiniones como para acabar con esa imagen (merecidamente ganada), de que las personas inteligentes y cultas no están en el deporte