martes, 22 de mayo de 2007

Las suecas, las suecas...

Como el mejor López Vázquez del cine español de finales de los 70 se ha despertado hoy Zaragoza.

Pero no han llegado turistas, sino mesas, sillas, camas. Y armarios y cocinas y baños... Ya ha abierto Ikea.

Con la apertura del gran centro comercial del mueble, ya se puede decir que Zaragoza entra en el s.XXI: Ni expo, ni puente del tercer milenio, ni cuarto cinturón, ni AVE. La revolución del low cost llega directamente al salón de nuestras casas.

Gracias a la aparición de empresas como Zara o Ryanair, se está produciendo un fenómeno democratizador del consumo, pues rentas modestas pueden adquirir bienes y servicios a las que no tenían acceso. Los vuelos baratos son el mejor ejemplo, pero podemos encontrar de todo: asesoramiento jurídico por 80 euros al año, coches por 5000...

Es el fin de la clase media, nos advierten Massimo Gaggi y Edoardo Narduzzi en su libro "El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste". La globalización deteriora los salarios y ensancha la brecha entre pobres y ricos, apareciendo una clase masa, los neoproletarios, que sobreviven gracias a productos y servicios low cost. Es decir, que imitan los patrones de consumo de las clases más pudientes para disimular su condición.

El problema radica cuando la filosofía del bajo coste llegue a la esfera pública (inevitable según los autores del libro), ya que ese neoproletariado no podrá soportar el coste del Estado del Bienestar. ¿Nos conformaremos con unos servicios sanitarios o educativos públicos peores o recurriremos a la privatización, y por ende, aparición de empresas médicas y docentes low cost?.

Os recomiendo el artículo de Alejandro Gustavo Piscitelli, que desde su Filosofitis, explica mucho mejor que yo todo este follón.

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